JESUS QUE TE MIRE MUCHAS VECES PARA DARME CUENTA DE LO QUE ME AMAS

JESUS QUE TE MIRE MUCHAS VECES PARA DARME CUENTA DE LO QUE ME AMAS
PULSAR Y RECITAR LAS ORACIONES Y LAS PROMESAS DE JESÚS

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79




Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamaran Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

domingo, 30 de noviembre de 2008

PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO

Este es el texto íntegro del artículo publicado por el obispo de Palencia, monseñor José Ignacio Munilla:


Esperanza alegre, apostolado de la sonrisa



Este domingo, 30 de noviembre, celebramos el primer aniversario de la publicación de la segunda encíclica de Benedicto XVI: “Spe Salvi” (Salvados en Esperanza). Precisamente este mismo día también, iniciamos el tiempo de Adviento, en el que la Iglesia renueva una vez más, la invitación a vivir la virtud teologal de la esperanza.
Tenemos que reconocer que, con frecuencia, en nuestra cultura se ha forjado una imagen un tanto “melancólica” de la esperanza. Parece como si identificásemos la esperanza con un suspiro que añora la realización de unos ideales, al mismo tiempo que los percibe como una utopía inalcanzable. Alguien dijo que la esperanza sin Dios (¿“esperanza laica”?), por mucho que se exprese en tonos poéticos, acaba por reducirse al lamento triste y nostálgico.
¿No es cierto, acaso, que en nuestras conversaciones hay una gran inflación de lamentos y de reivindicaciones estériles? Todo el mundo parece quejarse de todo. El “victimismo” se ha convertido en una actitud de vida, consistente en creernos destinatarios de todos los males, al mismo tiempo que nos hacemos ciegos para reconocer el bien e incapaces de agradecerlo. Así lo describía Martín Descalzo: "Antaño la hipocresía era fingirse bueno. Hoy en día, la hipocresía es inventarse dolores, teniendo motivos para estallar de alegría".
Pues bien, en este tiempo de Adviento que iniciamos, tiempo de espera gozosa en el Mesías, tenemos una ocasión de oro para crecer en la virtud de la alegría. Pero… ¿cómo es eso de considerar la alegría como una “virtud”? ¿No se trata acaso, de un estado emotivo, fruto de unas circunstancias cuyo control no está en nuestras manos? ¿Acaso no sería algo ficticio, el intento de procurar ser alegres “artificialmente”?
Los cristianos tenemos muchas razones para la alegría. La liturgia del Adviento nos las recuerda una y otra vez, ante el peligro de que los agobios de nuestra vida nos impidan disfrutar de ellas: “(…) cuando salimos animosos al encuentro de tu Hijo, no permitas que lo impidan los afanes de este mundo” (Oración colecta, Domingo II de Adviento), “(…) concédenos llegar a la Navidad –fiesta de gozo y salvación- y poder celebrarla con alegría desbordante” (Oración colecta, Domingo III de Adviento).
Ciertamente, la alegría es fruto de una Buena Noticia, pero no puede ser alcanzada sin librar antes una importante batalla interior. La alegría no es un estado anímico que nos sobreviene y nos abandona caprichosamente, sino que es un hábito que se adquiere con voluntad y perseverancia. Es el fruto del ejercicio de la penitencia interior, que nos lleva a mortificar tantas tristezas inconsistentes que pretenden imponerse a las razones para el gozo interior. Aunque nos puedan parecer incompatibles estos dos conceptos, no dudemos de que la “alegría” es la mejor “penitencia”. Más aún, hemos de desconfiar de las penitencias que no nos lleven a superar nuestras tristezas y amarguras. La penitencia más perfecta es aquella por la que le ofrecemos a Dios y a nuestro prójimo una sonrisa transparente y perseverante, que solamente puede brotar de un corazón enamorado y agradecido.
Para resolver esta aparente paradoja, tal vez debamos redescubrir el auténtico sentido de la “penitencia”, es decir, su sentido teológico. Decía Santo Tomás de Aquino en la Suma Teológica, que “la penitencia realiza la destrucción del pecado pasado”. No olvidemos que la tristeza se introdujo en nosotros como fruto del pecado; y que éste no será plenamente vencido hasta que no rescatemos la alegría. Rescatamos la alegría, sólo cuando hemos vencido el pecado.
La alegría cristiana que nace de la virtud teologal de la esperanza, nos permite relativizar las preocupaciones y hasta nuestras propias debilidades. La sonrisa humilde y el buen humor, resultan ser un arma espiritual de gran eficacia para vencer las tentaciones del Maligno. Al mismo tiempo, el “apostolado de la sonrisa” es uno de los testimonios más necesarios y convincentes en el momento presente.
Iniciamos en este domingo un nuevo año litúrgico. He aquí la primera súplica que la liturgia de la Iglesia dirige a Dios: “Aviva en tus fieles el deseo de salir al encuentro de Cristo que viene, acompañados por las buenas obras” (Oración colecta, Domingo I de Adviento). Lo sorprendente quizás sea descubrir que la primera “buena obra” que Dios nos pide, pueda ser… una sonrisa.

sábado, 29 de noviembre de 2008

ESTAD SIEMPRE DESPIERTOS


Estad siempre despiertos, para escapar de todo lo que está por venir
Lectura del santo evangelio según san Lucas 21, 34-36

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre.»

domingo, 16 de noviembre de 2008

DICHOS DE LOS SANTOS


Si alguno dice 'amo a Dios' y odia a su hermano, es un mentiroso; porque quien no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve (1 Jn 4,20)
El que no ama, no conoce a Dios, porque Dios es amor. San Juan Evangelista

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A la tarde te examinarán en el amor; aprende a amar como Dios quiere ser amado y deja tu condición.

El alma que anda en amor, ni cansa, ni se cansa.

El alma que está enamorada de Dios es un alma gentil, humilde y paciente.

San Juan de la Cruz

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Recibimos todo gratuitamente, damos todo gratuitamente, sólo por amor a Dios. Nuestra vida de pobreza es tan necesaria como nuestro trabajo mismo.
Ama a Jesús generosamente. Ámale confiadamente y sin mirar hacia atrás, sin temor. Entrégate totalmente a Jesús … Desea amarle mucho y amar el amor que no es amado.

Beata Madre Teresa de Calcuta

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En el camino del amor divino nunca se puede decir «Basta» Amar a Dios es complacerle, y no vale la pena preocuparse por el resto, sabiendo que Dios tendrá cuidado de nosotros más de lo que se puede decir o imaginar.

Padre Pío

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Amar a Dios y servirle... Amor saca amor.

Pido a Jesús que me atraiga a las llamas de su amor. Santa Teresa de Avila

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Amemos a Dios y adorémosle con corazón sencillo y espíritu puro, que eso busca él por encima de todo.
Dejémonos transformar en Jesús por la fuerza de su amor y su compasión cfr. F, 57.

San Francisco de Asís

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Que tu lema sea: El Amor me ha conquistado, sólo El puede poseer mi corazón.
Basta amar al Santo de los Santos, para llegar a ser santos.

Santa Margarita María Alacoque

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De ahora en adelante sólo a ti te amo..., sólo a ti quiero estar unido..., es a ti a quien busco..., a quien quiero servir... Porque sólo tú eres mi Señor y yo quiero pertenecer solamente a ti...

Dios no encuentra sitio en nosotros para derramar Su amor, porque estamos llenos de nosotros mismos.Bienaventurado es, Señor, el que te ama a Ti, al amigo en Ti, y al enemigo por Ti...

San Agustín de Hipona

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¿Saber que me quieres tanto, Dios mío, y... no me he vuelto loco?
Dios mío, te amo, pero... ¡enséñame a amar!

San Josemaría Escrivá de Balaguer

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Lo acepto todo por amor de Dios, aun toda esa clase de pensamientos extravagantes que me asaltan.

Santa Teresita del Niño Jesús

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¡Oh soy feliz. Pues puedo decir con verdad, que el único amor de mi corazón ha sido El.

Santa Teresa de los Andes

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“¡Oh Señor que eres tan adorable y me has mandado amarte, ¿por qué me diste un solo corazón y tan pequeño?. ¿Cómo es posible que alguien que ama a Dios pueda amar algo fuera de él?.

San Felipe Neri

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Señor, toma este corazón de piedra, y dame un corazón de hombre: un corazón
que te ame, un corazón que se alegre en ti, que te imite y que te complazca.


San Ambrosio


viernes, 14 de noviembre de 2008

POR EL DOLOR CREYENTE QUE BROTA DEL PECADO.


Por el dolor creyente que brota del pecado,
por no haberte querido de todo corazón,
por haberte, Dios mío, tantas veces negado,
con súplicas te pido, de rodillas, perdón.

Por haberte perdido, por no haberte encontrado,
porque es como un desierto nevado mi oración;
porque es como la hiedra sobre un árbol cortado
el recuerdo que brota cargado de ilusión,

Porque es como la hiedra, déjame que te abrace,
primero amargamente, lleno de flor después,
y que a ti, viejo tronco, poco a poco me enlace,
y que mi vieja sombra se derrame a tus pies. Amén

SALMODIA

Ant. 1. Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con Espíritu firme.


jueves, 13 de noviembre de 2008

ESPIRITUALIDAD IGNACIANA

domingo, 2 de noviembre de 2008

ACTO PENITENCIAL


Hoy es día de orar por nuestros difuntos, y recordemos que no hay oración que pueda ayudarles tanto como la Eucaristía ofrecida por ellos. Pero es también el día de reflexionar y preparar nuestra partida de este mundo, y decidir trabajar con ilusión y esperanza por la resurrección para la gloria eterna, sin dejarnos paralizar por el temor a la muerte, sino abrirnos con gozo a la esperanza de que Jesús resucitado transformará nuestro pobre cuerpo en un cuerpo glorioso como el suyo.

1Tes 4, 14; 1Cor 15, 22

Así como Jesús murió y resucitó, de la misma manera Dios llevará con Jesús a los que murieron con él. Y así como todos mueren en Adán, todos revivirán en Cristo.

ACTO PENITENCIAL

Por el olvido en que dejamos a nuestros difuntos.

Señor ten Piedad

Por olvidar que aquí somos peregrinos hacia la casa del Padre.

Cristo ten Piedad

Por no sacar de la muerte las lecciones para vivir más cristianamente.

Señor ten Piedad

ORACIÓN

Señor, escucha con bondad nuestros ruegos para que, al aumentar nuestra fe en tu Hijo resucitado de entre los muertos, se afiance también nuestra esperanza en la resurrección de tus servidores difuntos. Por nuestro Señor Jesucristo.

DESDE LO HONDO A TI GRITO SEÑOR


Desde lo hondo a ti grito, Señor; Señor, escucha mi voz; estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica.


Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir? Pero de ti procede el perdón, y así infundes respeto.


Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra; mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora.


Aguarde Israel al Señor, como el centinela la aurora; porque del Señor viene la misericordia la redención copiosa.


Y él redimirá a Israel de todos sus delitos.

EN LA CASA DE MI PADRE HAY MUCHAS ESTANCIAS



Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 1-6

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así; ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino. » Tomás le dice: -«Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» Jesús le responde: -«Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí.»


Palabra del Señor.

miércoles, 29 de octubre de 2008

DOCTRINA DE LA BIBLIA






SEGUNDA EDICIÓN

Capítulo 60

El cielo

“Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos” (Mateo 5.12).


Dios nos bendice aquí en la tierra con muchos favores que en realidad no merecemos. Pero por más agradable que sea nuestra vida, siempre enfrentamos muchas frustraciones y tristezas que a veces no entendemos. No obstante, hay un lugar preparado para el cristiano donde no hay pecado ni tristeza. En aquel lugar abunda la bienaventuranza y la gloria. Ese lugar se llama el cielo.

Cómo Dios describe al cielo


1. Es un “lugar” (Juan 14.1–3)

Cristo consoló a sus discípulos al decirles: “Voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo.” De este pasaje bíblico y de otros más nosotros entendemos que el cielo no es una condición, sino un lugar. Es la morada eterna de Dios. Allí vive Dios, nuestro Salvador, y los santos junto a los ángeles estarán eternamente con él.

2. Es un lugar de “altura y (...) santidad” (Isaías 57.15)


Esto nos enseña que de todos los lugares el cielo es el más alto y el más santo. Es alto porque está encima de todo; es santo porque sólo los que son santos habitan allí. El serafín clamó: “Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos” (Isaías 6.3).


Si queremos entrar al cielo tenemos que hacer caso al mandamiento de Dios: “Sed santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1.16). Ningún pecador entrará allá porque la Biblia dice que “no entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero” (Apocalipsis 21.27). Sin la paz y la santidad “nadie verá al Señor” (Hebreos 12.14). El cielo es santo. La morada de Dios es eternamente santa.

3. Es una patria mejor (Hebreos 11.14–16)


Para mucha gente este mundo es la mejor patria. Esto lo sabemos por la importancia que ellos les dan a las cosas del mundo y el amor que le tienen. Pero los que por fe han visto el cielo saben que el mismo es la mejor patria que hay porque:

· “Todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida”, pasará; pero las cosas del cielo durarán eternamente (1 Juan 2.15–17).

· Aquí los tesoros están expuestos al peligro de la polilla, la oxidación y los ladrones. Allá en el cielo están seguros. Los mismos durarán y serán preservados eternamente (Mateo 6.19–20).

· Aquí toda carne, como la hierba, se seca; allá viviremos para siempre (1 Pedro 1.24; 1 Corintios 15.54; Apocalipsis 21.4).

· Aquí tenemos enfermedades, tristezas, dolores, frustraciones y muerte. En el cielo no habrá enfermedad ni dolor ni muerte, y toda lágrima será enjugada eternamente (Apocalipsis 21.4).

· Aquí los pobres son oprimidos. Por todos lados hay asesinato, guerras, disolución, orgullo y corrupción; allá tales cosas no se conocen (Apocalipsis 7.16–17; 21; 22).

4. Es un lugar de “muchas moradas” (Juan 14.2)


De la manera que Dios provee para el bienestar de su pueblo aquí, así también lo hará en el mundo venidero. La pregunta no es, ¿ha preparado Dios una morada allá? La pregunta debe ser: ¿Acaso estamos nosotros preparados para vivir allá?

5. Es un “granero” (Mateo 3.12)


Dios “recogerá su trigo en el granero”. Esto quiere decir que Dios enviará a sus segadores (Mateo 13.39) a traer las gavillas. Él echará la cizaña al fuego, pero recogerá su trigo en el granero. Todas estas palabras son simbólicas, pero no son difíciles de entender.

6. Es un lugar donde hay placeres eternos


Los mundanos se entregan a la locura de los placeres. Sin embargo, los placeres mundanos sólo duran poco tiempo y terminan en miseria y desilusión. Y los que se entregan a ellos serán condenados al infierno. Mas los cristianos estarán en la presencia del Rey en la gloria y participarán de placeres eternos. “Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos” (Mateo 5.12).

7. Es un lugar de verdadera pureza y lleno de gloria


El pecado no será admitido en el cielo. La Biblia dice que “los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira” (Apocalipsis 22.15). “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre” (Apocalipsis 21.8). ¿Quién puede comprender la profundidad de la santidad y la pureza del cielo? Allí los hijos redimidos de Dios estarán libres de la presencia de todo pecado, tentación y corrupción. La gloria que experimentaremos allá es más de lo que la lengua humana puede describir. Hace más de dos mil años apareció una multitud de las huestes celestiales proclamando la gloria de Dios, diciendo: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (Lucas 2.14). Los santos y los ángeles de Dios todavía proclaman esta gloria. En nuestros días miramos más allá de este mundo de lágrimas, y con el ojo de la fe vemos al Rey en su trono rodeado por una multitud innumerable de santos y ángeles. Allí esperamos ver la gloria que envuelve el trono de Dios. Anhelamos contemplar la majestad, el poder, la bondad, la pureza, la sabiduría y el dominio del omnipotente Rey de reyes y Señor de señores. Uniremos nuestras voces a las de los santos de Dios y a los innumerables ángeles, adorando y glorificando el santo y altísimo nombre de Dios. Cantaremos el himno de la redención eterna. Disfrutaremos el espacio sin límite, la hermosura inexplicable, la pureza incomparable y la felicidad perfecta del cielo. Nos regocijaremos en la luz celestial que brilla más que el sol del mediodía, la luz que viene por medio del Cordero (Apocalipsis 21.23).

Cómo llegar al cielo


Sólo los que hacen lo que Dios manda pueden llegar al cielo. Los que toman su propio camino nunca llegarán allá. Entramos al reino celestial por medio de:

1. La inocencia


Jesús dijo que los niños son aptos para entrar en el reino de los cielos (Mateo 18.1–3, 10; 19.14). Los niños son inocentes. Los “niños” de Dios son también todas aquellas personas que han sido lavadas por medio de la sangre de Jesús; ellos son inocentes. Por eso pueden entrar al reino celestial.

2. El nuevo nacimiento

“El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3.3). Nadie puede entrar al cielo sin ser un hijo de Dios. Es necesario nacer de nuevo. “En Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación” (Gálatas 6.15).

3. El camino, Cristo

Cualquiera que se arrepiente de todos sus pecados y los abandona puede entrar al cielo por medio del Señor Jesucristo, quien sufrió en la cruz. Él es “la puerta” (Juan 10.7) por la cual entramos (Hechos 4.12). Cuando Tomás preguntó: “¿Cómo, pues, podemos saber el camino?” Jesús le respondió: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14.5–6). Cristo Jesús “nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención” (1 Corintios 1.30).

4. La “puerta estrecha” (Mateo 7.13–14)

Cristo nos amonesta de la siguiente manera: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7.13–14). Lucas 13.24 dice: “Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán”. Cristo les advirtió a sus discípulos acerca de las enseñanzas de los falsos profetas. Ellos engañan a muchos de modo que viajan por el camino espacioso donde pueden llevar consigo su orgullo, lujuria, codicia, diversiones, falsedad, egoísmo y cosas semejantes. El camino angosto es demasiado angosto para admitir cualquiera de estos pecados. Sin embargo, es suficientemente ancho para todo ser humano que quiere seguir a Dios. El camino al cielo es tan ancho como la verdad; ni más ancho, ni más angosto. ¡Cuánto debemos procurar saber la verdad y obedecerla por completo!

5. La santidad


“Y habrá allí calzada y camino, y será llamado Camino de Santidad; no pasará inmundo por él” (Isaías 35.8). Si no estamos en el Camino de Santidad cuando la muerte nos alcance, en la eternidad estaremos fuera del cielo. Sólo la gente santa puede caminar en el camino santo. “Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1.7). Los que andan por este camino verán al Señor (Hebreos 12.14).

Los habitantes del cielo

1. Dios

Dios está en el cielo; él estará allí eternamente con poder y gloria (Salmo 11.4; 1 Reyes 8.27, 30; Mateo 11.25). El cielo es el trono de Dios Padre, y él llena el cielo y la tierra (Jeremías 23.24). Cristo entró en el cielo (Hechos 3.20–21) donde él es Todopoderoso (Mateo 28.18). La presencia y el poder de Dios en su totalidad es lo que hace que el cielo sea un lugar de gloria y felicidad infinita.

2. Los ángeles

Los ángeles están en el cielo (Mateo 18.10; 24.36). Cuando los santos lleguemos al cielo, allí conoceremos a aquellos que en esta vida nos fueron “espíritus ministradores” (Hebreos 1.14).

3. Los santos

Los santos también estarán allá. Esto incluye a todos los niños inocentes. También comprende a los cristianos que por la fe en nuestro Señor Jesucristo experimentaron el nuevo nacimiento y fueron hechos “herederos de la salvación” (Hebreos 1.14). Los espíritus de los santos que ya murieron en el Señor están ahora en la presencia de Dios. Cristo traerá consigo a éstos cuando venga por su esposa, la iglesia. Ellos y todos los justos que aún vivan serán vestidos con cuerpos glorificados. Juntos recibirán al Señor en el aire (1 Tesalonicenses 4.14–18) y estarán siempre con él. “Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento (...) como las estrellas a perpetua eternidad” (Daniel 12.3). Esto debe animar a todos los santos en la tierra a ganar otras almas para Dios.

Conclusión

1. Sólo tenemos un conocimiento limitado del cielo

“Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido” (1 Corintios 13.12). La Biblia describe cómo serán algunas cosas en el cielo. Pero hay muchas cosas de las que no sabemos nada, pues a Dios no le ha agradado revelárnoslas ahora. Eso no debe ser motivo de desánimo. Más bien debe animarnos a estudiar la Biblia más para conocer a fondo las cosas que Dios nos revela en ella. También debe servirnos de ánimo saber que Dios nos tiene preparado algo mucho más bello de lo que nosotros podemos comprender. Hay personas que les encanta hacer preguntas acerca de cosas que no se pueden contestar con la Biblia. Tales preguntas son de muy poca importancia. Pero sí hay algunas preguntas que son importantísimas, como por ejemplo: “Si Cristo viniera ahora, ¿estaría listo para irme con él?”

2. Anhelamos la eternidad en el cielo

Nosotros, quienes por experiencia personal sabemos lo que significa ser salvos del pecado y ser adoptados en la familia de Dios, nos conmovemos al pensar en la eternidad en el cielo. Quedamos maravillados ante la gracia de Dios que nos hace herederos de la gloria. Esperamos con anhelo pasar las edades sin fin en la presencia de Dios en comunión con los santos y los ángeles. Allí experimentaremos la plenitud de felicidad y gloria. No habrá lágrimas ni tristezas. Al meditar sobre estas cosas oramos a Dios que nos dé oportunidad de enseñarles a muchos el camino al cielo. Anhelamos la hora en que podamos ir al cielo, pero mientras tanto queremos hacer todo lo posible para que otros lleguen allí también.

¡Eternidad, eternidad, eternidad! La hora indica que debemos prepararnos para estar en el reino bendito donde “los impíos dejan de perturbar, y allí descansan los de agotadas fuerzas” (Job 3.17).

Ya que la eternidad es tan gloriosa para los hijos de Dios podemos entender por qué los patriarcas se enfocaron en el cielo y buscaron “la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios (...) confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra” (Hebreos 11.10, 13). También entendemos por qué los apóstoles glorificaron a Dios con tanto gozo y fervor. Y, además, por qué exhortaron a otros a estar firmes y fieles en el camino de Dios. Ellos hicieron todo esto porque por fe veían las cosas maravillosas que Dios ha preparado para los que lo aman. Nosotros también esperamos la “manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2.13), quien vendrá para llevarse a los suyos para estar con él eternamente.

lunes, 20 de octubre de 2008

"EVANGELIZANDO PARA LA VIDA ETERNA"


Todas las cosas, absolutamente todas, son vana ilusión.

Una frase así es como un golpe frente a la tensión permanente de todos los hombres que construyen su vida sobre el conseguimiento de las cosas. Hay dos posibilidades, la una que se equivoque el autor de la Biblia y, por lo mismo, todo diría que es ilusión, la otra que los hombres nos equivoquemos y que, por lo mismo, todo nuestro trabajo sería inútil. ¿Cómo ubicarnos frente a tal propuesta? Toda la creación está encaminada hacia la vida del hombre que es el centro de todo.

Puesto que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes de arriba donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios.

La tierra, sin la dimensión del cielo, no tiene su meta, se encuentra en el límite de la finitud y de la muerte. Si con el bautismo hemos participado de la victoria, ésta tiene que estar permanentemente viva en un enlace cotidiano para abrir a las cosas la ventana de la luz y del aire fresco de la mañana de resurrección.

Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia.

Se parece a la reacción de todos cuando nos encontramos con situaciones que no sabemos solucionar, le pedimos a Dios el “milagro”. Mala fórmula para entender la relación con el Maestro. Dios no se revela como el que soluciona las cosas que nos toca a nosotros realizar, sino como el compañero que asume con cada uno la tarea de buscar caminos de justicia y de fraternidad.

Y dirigiéndose a la multitud, dijo.

Es para todos. La multitud encierra en si misma a todos los que encuentran en la persona de Jesús al Maestro, al que da la razón de la vida.

Eviten toda clase de avaricia, porque la vida del hombre no depende de la abundancia de los bienes que posea.

Aquí está el meollo, la centralidad de la persona frente a las cosas, no estamos para aumentar cosas y bienes, sino para hacer mejor la vida, “vine para que tengan vida y vida en abundancia”. Desde siempre los bienes han tenido la fuerza de la tentación, de desplazar a la persona para hacerse dios y, ciertamente cuando los bienes se hacen dios, Dios ya no tiene espacio en la vida que resulta llena de cosas y falta de sentido. “No pueden servir a Dios y al dinero”, la contraposición es clara, escoge.

Un hombre rico obtuvo una gran cosecha y se puso a pensar: “¿Qué haré…”

La grandeza de las cosas es al mismo tiempo su límite. Duran cuanto el tiempo y son medidas por el tiempo. No responden al anhelo de eternidad propio del ser humano y es por eso que no pueden llenar el corazón humano; perdido en la cantidad no se pregunta el “para qué” de las cosas.

Derribaré mis graneros y construiré otros más grandes.

Perdido en la dimensión de las cosas, el horizonte es el mismo de las cosas, del tiempo y de la cantidad. Números y más números, todo se hace cálculos y economía y el riesgo es que el hombre se haga números y economía. ¿Dónde quedan los demás valores, los sentimientos, la voluntad, el afecto, la espiritualidad, la libertad?

Entonces podré decirme: ya tienes bienes acumulados para muchos años; descansa, come, bebe y date a la buena vida.

Aquí está la meta de la vida cuando las cosas se han vuelto dios: “descansa, come, bebe y date a la buena vida”. Todo está al alcance de la capacidad de medir y de las decisiones tomadas, pero… ¿y si fuéramos más de lo que medimos?

Pero Dios le dijo: “¡Insensato! Esta misma noche vas a morir. ¿Para quién serán todos tus bienes?”

La muerte sigue siendo el gran drama de quien mide la vida con las cosas; todo queda en el gran interrogante sin respuesta del morir. Ya no hay sentido y, sin sentido, ya no hay vida.


domingo, 19 de octubre de 2008

¿QUÉ ES LA VIDA ETERNA?



VIDA ETERNA
-Padre Jordi Rivero
Vida eterna es la participación sin fin de la vida divina.

Se trata de un don de Dios recibido por los méritos de Jesucristo en la Cruz (Cf. Jn 13:14-15). Recibimos la vida eterna en el bautismo pero se puede perder por el pecado mortal. Quién muera en gracia vivirá para siempre según lo prometió el mismo Jesucristo. En el cielo gozaremos para siempre en cuerpo y alma de la vida con Dios.

La fe en la vida eterna fue creciendo entre los judíos antes de Cristo, dándoles fuerza para mantenerse fieles en medio de tribulaciones.

II Macabeos 7:9 - "Al llegar a su último suspiro dijo: «Tú, criminal, nos privas de la vida presente, pero el Rey del mundo a nosotros que morimos por sus leyes, nos resucitará a una vida eterna.»"

Aunque todos los hombres existirán eternamente, solo se le llama "vida eterna" a la vida de la gracia, no a la existencia eterna en el infierno.

Daniel 12:2 -"Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán, unos para la vida eterna, otros para el oprobio, para el horror eterno." (Cf. Mt 25:46)

Dios quiere que todos se salven y tengan vida eterna. Por eso vino Jesucristo a salvarnos

Juan 3:16 -"Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna." -Cf. (Jn 6:40)

La vida eterna se recibe por la fe.

Juan 5:24 -"En verdad, en verdad os digo: el que escucha mi Palabra y cree en el que me ha enviado, tiene vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida."

Es un don gratuito.

Romanos 6:23 -"Pues el salario del pecado es la muerte; pero el don gratuito de Dios, la vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro."

Pero los que no reciban con fe la gracia divina no tendrán vida eterna.

Juan 3:36 -"El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que rehusa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él.»"

La vida eterna es incompatible con el pecado.

I Juan 3:15 -"Todo el que aborrece a su hermano es un asesino; y sabéis que ningún asesino tiene vida eterna permanente en él."

Cada cual cosechará la vida que siembre.

Gálatas 6:8 -"el que siembre en su carne, de la carne cosechará corrupción; el que siembre en el espíritu, del espíritu cosechará vida eterna."

Dios ofrece la vida eterna a todo pecador que se arrepienta.

I Timoteo 1:16 -"Y si encontré misericordia fue para que en mí primeramente manifestase Jesucristo toda su paciencia y sirviera de ejemplo a los que habían de creer en él para obtener vida eterna."

Recibimos vida eterna por misericordia de Dios.

Judas 21 -"manteneos en la caridad de Dios, aguardando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna."

La vida eterna colma todos nuestros deseos porque es la vida de Dios y para ella fuimos creados.

Juan 4:14 -"pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna.»"

La adquisición de la vida eterna debe ser nuestra prioridad.

Juan 6:27 -"Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello.»"

Para tener vida eterna hemos de renunciar a nuestro ego y a todo pecado para atarnos a Cristo .

Juan 12:25 -"El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna." Cf. Rm 6:22

La vida eterna es una conquista

I Timoteo 6:12 -"Combate el buen combate de la fe, conquista la vida eterna a la que has sido llamado y de la que hiciste aquella solemne profesión delante de muchos testigos."

La vida eterna es Dios habitando en el creyente.

I Juan 5:20 -"Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia para que conozcamos al Verdadero. Nosotros estamos en el Verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el Dios verdadero y la Vida eterna."

La Eucaristía es fuente de vida eterna.

Juan 6:54 -"El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día."

La vida eterna es ser discípulo fiel de Cristo

Juan 10:28 -"Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano." Cf. Jn 17:2

La vida eterna es conocer, es decir, vivir en comunión profunda con el Padre y el Hijo.

Juan 17:3 -"Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo."

La vida eterna es obediencia al Padre. La obediencia nos une a su voluntad y a su vida. Todo lo que el Padre ordena es bueno y da vida.

Juan 12:50 -"y yo sé que su mandato es vida eterna. Por eso, lo que yo hablo lo hablo como el Padre me lo ha dicho a mí.»

La vida eterna es promesa de Dios

I Juan 2:25 -"y esta es la promesa que él mismo os hizo: la vida eterna."

Debemos colaborar con Dios para que muchos reciban la vida eterna.

Juan 4:36 -"el segador recibe el salario, y recoge fruto para vida eterna, de modo que el sembrador se alegra igual que el segador." Cf. 1 Jn 1:2

Nuestra vida ha de ser testimonio de la vida eterna que está en nosotros

I Juan 5:11 -"Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna y esta vida está en su Hijo."


miércoles, 13 de agosto de 2008

EL PODEROSO HA HECHO OBRAS GRANDES POR MÍ: SU NOMBRE ES SANTO


PRECES

Invoquemos a Dios, que envió a su Hijo como salvador y modelo supremo de su pueblo, diciendo:

Que tu pueblo, Señor, te alabe.

Te damos gracias, Señor, porque nos has escogido como primicias para la salvación;
haz que sepamos corresponder y así logremos la gloria de nuestro Señor Jesucristo.

Haz que todos los que confiesan tu santo nombre sean concordes en la verdad
y vivan unidos por la caridad.

Creador del universo, cuyo Hijo, al venir a este mundo, quiso trabajar con sus propias manos:
acuérdate de los trabajadores que ganan el pan con el sudor de su rostro.

Acuérdate también de todos los que viven entregados al servicio de los demás;
que no se dejen vencer por el desaliento ante la incomprensión de los hombres.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Ten piedad de nuestros hermanos difuntos
y líbralos del poder del Maligno.

Llenos de fe invoquemos juntos al Padre común, repitiendo la oración que Jesús nos enseñó:

Padre nuestro...

ORACIÓN

Llegue a tus oídos, Señor, la voz suplicante de tu Iglesia a fin de que, conseguido el perdón de nuestros pecados, con tu ayuda podamos dedicarnos a tu servicio y vivamos confiados en tu protección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

martes, 12 de agosto de 2008

Salmo 142, 1-11 - LAMENTACIÓN Y SÚPLICA ANTE LA ANGUSTIA



Ant. No me escondas tu rostro, ya que confío en ti.

Señor, escucha mi oración;
tú que eres fiel, atiende a mi súplica;
tú que eres justo, escúchame.
No llames a juicio a tu siervo,
pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.


El enemigo me persigue a muerte,
empuja mi vida al sepulcro,
me confina a las tinieblas
como a los muertos ya olvidados.
mi aliento desfallece,
mi corazón dentro de mí está yerto.



Recuerdo los tiempos antiguos,
medito todas tus acciones,
considero las obras de tus manos
y extiendo mis brazos hacia ti:
tengo sed de ti como tierra reseca.


Escúchame en seguida, Señor,
que me falta el aliento.
No me escondas tu rostro,
igual que a los que bajan a la fosa.



En la mañana hazme escuchar tu gracia,
ya que confío en ti;
indícame el camino que he de seguir,
pues levanto mi alma a ti.



Líbrame del enemigo, Señor,
que me refugio en ti.
Enséñame a cumplir tu voluntad,
ya que tú eres mi Dios.
Tu espíritu, que es bueno,
me guíe por tierra llana.


Por tu nombre, Señor, consérvame vivo;
por tu clemencia, sácame de la angustia.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. No me escondas tu rostro, ya que confío en ti.

LECTURA BREVE 1Pe 5,8-9

Sed sobrios, estad despiertos: vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar; resistidle, firmes en la fe.