JESUS QUE TE MIRE MUCHAS VECES PARA DARME CUENTA DE LO QUE ME AMAS

JESUS QUE TE MIRE MUCHAS VECES PARA DARME CUENTA DE LO QUE ME AMAS
PULSAR Y RECITAR LAS ORACIONES Y LAS PROMESAS DE JESÚS

domingo, 30 de noviembre de 2008

PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO

Este es el texto íntegro del artículo publicado por el obispo de Palencia, monseñor José Ignacio Munilla:


Esperanza alegre, apostolado de la sonrisa



Este domingo, 30 de noviembre, celebramos el primer aniversario de la publicación de la segunda encíclica de Benedicto XVI: “Spe Salvi” (Salvados en Esperanza). Precisamente este mismo día también, iniciamos el tiempo de Adviento, en el que la Iglesia renueva una vez más, la invitación a vivir la virtud teologal de la esperanza.
Tenemos que reconocer que, con frecuencia, en nuestra cultura se ha forjado una imagen un tanto “melancólica” de la esperanza. Parece como si identificásemos la esperanza con un suspiro que añora la realización de unos ideales, al mismo tiempo que los percibe como una utopía inalcanzable. Alguien dijo que la esperanza sin Dios (¿“esperanza laica”?), por mucho que se exprese en tonos poéticos, acaba por reducirse al lamento triste y nostálgico.
¿No es cierto, acaso, que en nuestras conversaciones hay una gran inflación de lamentos y de reivindicaciones estériles? Todo el mundo parece quejarse de todo. El “victimismo” se ha convertido en una actitud de vida, consistente en creernos destinatarios de todos los males, al mismo tiempo que nos hacemos ciegos para reconocer el bien e incapaces de agradecerlo. Así lo describía Martín Descalzo: "Antaño la hipocresía era fingirse bueno. Hoy en día, la hipocresía es inventarse dolores, teniendo motivos para estallar de alegría".
Pues bien, en este tiempo de Adviento que iniciamos, tiempo de espera gozosa en el Mesías, tenemos una ocasión de oro para crecer en la virtud de la alegría. Pero… ¿cómo es eso de considerar la alegría como una “virtud”? ¿No se trata acaso, de un estado emotivo, fruto de unas circunstancias cuyo control no está en nuestras manos? ¿Acaso no sería algo ficticio, el intento de procurar ser alegres “artificialmente”?
Los cristianos tenemos muchas razones para la alegría. La liturgia del Adviento nos las recuerda una y otra vez, ante el peligro de que los agobios de nuestra vida nos impidan disfrutar de ellas: “(…) cuando salimos animosos al encuentro de tu Hijo, no permitas que lo impidan los afanes de este mundo” (Oración colecta, Domingo II de Adviento), “(…) concédenos llegar a la Navidad –fiesta de gozo y salvación- y poder celebrarla con alegría desbordante” (Oración colecta, Domingo III de Adviento).
Ciertamente, la alegría es fruto de una Buena Noticia, pero no puede ser alcanzada sin librar antes una importante batalla interior. La alegría no es un estado anímico que nos sobreviene y nos abandona caprichosamente, sino que es un hábito que se adquiere con voluntad y perseverancia. Es el fruto del ejercicio de la penitencia interior, que nos lleva a mortificar tantas tristezas inconsistentes que pretenden imponerse a las razones para el gozo interior. Aunque nos puedan parecer incompatibles estos dos conceptos, no dudemos de que la “alegría” es la mejor “penitencia”. Más aún, hemos de desconfiar de las penitencias que no nos lleven a superar nuestras tristezas y amarguras. La penitencia más perfecta es aquella por la que le ofrecemos a Dios y a nuestro prójimo una sonrisa transparente y perseverante, que solamente puede brotar de un corazón enamorado y agradecido.
Para resolver esta aparente paradoja, tal vez debamos redescubrir el auténtico sentido de la “penitencia”, es decir, su sentido teológico. Decía Santo Tomás de Aquino en la Suma Teológica, que “la penitencia realiza la destrucción del pecado pasado”. No olvidemos que la tristeza se introdujo en nosotros como fruto del pecado; y que éste no será plenamente vencido hasta que no rescatemos la alegría. Rescatamos la alegría, sólo cuando hemos vencido el pecado.
La alegría cristiana que nace de la virtud teologal de la esperanza, nos permite relativizar las preocupaciones y hasta nuestras propias debilidades. La sonrisa humilde y el buen humor, resultan ser un arma espiritual de gran eficacia para vencer las tentaciones del Maligno. Al mismo tiempo, el “apostolado de la sonrisa” es uno de los testimonios más necesarios y convincentes en el momento presente.
Iniciamos en este domingo un nuevo año litúrgico. He aquí la primera súplica que la liturgia de la Iglesia dirige a Dios: “Aviva en tus fieles el deseo de salir al encuentro de Cristo que viene, acompañados por las buenas obras” (Oración colecta, Domingo I de Adviento). Lo sorprendente quizás sea descubrir que la primera “buena obra” que Dios nos pide, pueda ser… una sonrisa.

sábado, 29 de noviembre de 2008

ESTAD SIEMPRE DESPIERTOS


Estad siempre despiertos, para escapar de todo lo que está por venir
Lectura del santo evangelio según san Lucas 21, 34-36

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre.»

domingo, 16 de noviembre de 2008

DICHOS DE LOS SANTOS


Si alguno dice 'amo a Dios' y odia a su hermano, es un mentiroso; porque quien no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve (1 Jn 4,20)
El que no ama, no conoce a Dios, porque Dios es amor. San Juan Evangelista

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A la tarde te examinarán en el amor; aprende a amar como Dios quiere ser amado y deja tu condición.

El alma que anda en amor, ni cansa, ni se cansa.

El alma que está enamorada de Dios es un alma gentil, humilde y paciente.

San Juan de la Cruz

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Recibimos todo gratuitamente, damos todo gratuitamente, sólo por amor a Dios. Nuestra vida de pobreza es tan necesaria como nuestro trabajo mismo.
Ama a Jesús generosamente. Ámale confiadamente y sin mirar hacia atrás, sin temor. Entrégate totalmente a Jesús … Desea amarle mucho y amar el amor que no es amado.

Beata Madre Teresa de Calcuta

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En el camino del amor divino nunca se puede decir «Basta» Amar a Dios es complacerle, y no vale la pena preocuparse por el resto, sabiendo que Dios tendrá cuidado de nosotros más de lo que se puede decir o imaginar.

Padre Pío

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Amar a Dios y servirle... Amor saca amor.

Pido a Jesús que me atraiga a las llamas de su amor. Santa Teresa de Avila

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Amemos a Dios y adorémosle con corazón sencillo y espíritu puro, que eso busca él por encima de todo.
Dejémonos transformar en Jesús por la fuerza de su amor y su compasión cfr. F, 57.

San Francisco de Asís

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Que tu lema sea: El Amor me ha conquistado, sólo El puede poseer mi corazón.
Basta amar al Santo de los Santos, para llegar a ser santos.

Santa Margarita María Alacoque

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De ahora en adelante sólo a ti te amo..., sólo a ti quiero estar unido..., es a ti a quien busco..., a quien quiero servir... Porque sólo tú eres mi Señor y yo quiero pertenecer solamente a ti...

Dios no encuentra sitio en nosotros para derramar Su amor, porque estamos llenos de nosotros mismos.Bienaventurado es, Señor, el que te ama a Ti, al amigo en Ti, y al enemigo por Ti...

San Agustín de Hipona

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¿Saber que me quieres tanto, Dios mío, y... no me he vuelto loco?
Dios mío, te amo, pero... ¡enséñame a amar!

San Josemaría Escrivá de Balaguer

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Lo acepto todo por amor de Dios, aun toda esa clase de pensamientos extravagantes que me asaltan.

Santa Teresita del Niño Jesús

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¡Oh soy feliz. Pues puedo decir con verdad, que el único amor de mi corazón ha sido El.

Santa Teresa de los Andes

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“¡Oh Señor que eres tan adorable y me has mandado amarte, ¿por qué me diste un solo corazón y tan pequeño?. ¿Cómo es posible que alguien que ama a Dios pueda amar algo fuera de él?.

San Felipe Neri

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Señor, toma este corazón de piedra, y dame un corazón de hombre: un corazón
que te ame, un corazón que se alegre en ti, que te imite y que te complazca.


San Ambrosio


viernes, 14 de noviembre de 2008

POR EL DOLOR CREYENTE QUE BROTA DEL PECADO.


Por el dolor creyente que brota del pecado,
por no haberte querido de todo corazón,
por haberte, Dios mío, tantas veces negado,
con súplicas te pido, de rodillas, perdón.

Por haberte perdido, por no haberte encontrado,
porque es como un desierto nevado mi oración;
porque es como la hiedra sobre un árbol cortado
el recuerdo que brota cargado de ilusión,

Porque es como la hiedra, déjame que te abrace,
primero amargamente, lleno de flor después,
y que a ti, viejo tronco, poco a poco me enlace,
y que mi vieja sombra se derrame a tus pies. Amén

SALMODIA

Ant. 1. Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con Espíritu firme.


jueves, 13 de noviembre de 2008

ESPIRITUALIDAD IGNACIANA

domingo, 2 de noviembre de 2008

ACTO PENITENCIAL


Hoy es día de orar por nuestros difuntos, y recordemos que no hay oración que pueda ayudarles tanto como la Eucaristía ofrecida por ellos. Pero es también el día de reflexionar y preparar nuestra partida de este mundo, y decidir trabajar con ilusión y esperanza por la resurrección para la gloria eterna, sin dejarnos paralizar por el temor a la muerte, sino abrirnos con gozo a la esperanza de que Jesús resucitado transformará nuestro pobre cuerpo en un cuerpo glorioso como el suyo.

1Tes 4, 14; 1Cor 15, 22

Así como Jesús murió y resucitó, de la misma manera Dios llevará con Jesús a los que murieron con él. Y así como todos mueren en Adán, todos revivirán en Cristo.

ACTO PENITENCIAL

Por el olvido en que dejamos a nuestros difuntos.

Señor ten Piedad

Por olvidar que aquí somos peregrinos hacia la casa del Padre.

Cristo ten Piedad

Por no sacar de la muerte las lecciones para vivir más cristianamente.

Señor ten Piedad

ORACIÓN

Señor, escucha con bondad nuestros ruegos para que, al aumentar nuestra fe en tu Hijo resucitado de entre los muertos, se afiance también nuestra esperanza en la resurrección de tus servidores difuntos. Por nuestro Señor Jesucristo.

DESDE LO HONDO A TI GRITO SEÑOR


Desde lo hondo a ti grito, Señor; Señor, escucha mi voz; estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica.


Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir? Pero de ti procede el perdón, y así infundes respeto.


Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra; mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora.


Aguarde Israel al Señor, como el centinela la aurora; porque del Señor viene la misericordia la redención copiosa.


Y él redimirá a Israel de todos sus delitos.

EN LA CASA DE MI PADRE HAY MUCHAS ESTANCIAS



Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 1-6

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así; ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino. » Tomás le dice: -«Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» Jesús le responde: -«Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí.»


Palabra del Señor.